Este organismo al que México pertenece (México es la 15 economía del mundo), emite documentos comparativos que ayudan a una mejor toma de decisiones. En su reciente documento “¿Cómo va la vida?”, sobre bienestar, se nos presenta un panorama interesante para nuestro país, el cual nos sirve como parámetro comparativo de lo que estamos haciendo bien y mal, con respecto a los demás miembros del organismo.
Según el estudio, México tiene la tasa de homicidios más alta del organismo, con 18 por cada 100.000 habitantes; además, el 69% de los mexicanos señalan sentirse inseguros al caminar en la noche, mientras que el promedio de la OCDE fue de 46%. Según la OCDE, México se ubica por arriba del promedio en compromiso cívico, pero por debajo del promedio en las dimensiones de empleo y remuneración, satisfacción, estado de la salud, calidad medioambiental, vivienda, ingreso y patrimonio, sentido de comunidad, balance vida-trabajo, seguridad personal, y educación y competencias.
En cuanto a educación, el promedio de adultos de 25 a 64 años que han terminado su educación media superior en la OCDE es de 79%, mientras que el de nuestro país es del 38%; y en general en calidad educativa, seguimos siendo el último lugar entre los miembros, señalado claramente desde hace más de una década en las pruebas PISA que ellos aplican.
Si bien es molesto recibir estos resultados, es importante que como sociedad y gobierno tengamos la madurez de analizarlos y entender nuestra realidad, pues, aunque México se vanagloria de ser una de las mayores economías del mundo, todos sabemos que también es uno de los países más desiguales de América Latina, y mientras no logremos que los más pobres tengan una mejor educación y mayores oportunidades para salir de su realidad, será bien difícil que logremos construir el país que soñamos.
Lo interesante de estas mediciones es tratar de compararnos con países que han tenido un desarrollo importante en las ultimas décadas, como Finlandia o Corea del Sur, y entender cómo lograron construir economías fuertes mejorando las condiciones de su población, pues mientras esto no funcione, los países seguirán siendo pobres, como nos pasa en nuestro país.
La realidad es que México necesita trabajar en disminuir la desigualdad, y aunque el presidente apuesta por los menos favorecidos, creo que se equivoca cuando cree que la desigualdad se disminuye regalando recursos a las personas. La verdadera igualdad se construye poniendo “pareja la mesa” para todos, y esto se logra cuando mejoramos cuatro aspectos: educación, trabajo, salud y seguridad.
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